Los planes de ajustes de inversiones públicas en tiempos de crisis perjudican la actividad económica. La congelación de las pensiones y la bajada de sueldos de los funcionarios y empleados públicos desincentivan el consumo. La Reforma Laboral facilita y abarata el despido. La crisis se alarga y se endurece.
Con más de 4.200.000 parados en España, 131.000 más tan sólo en Enero, la Ministra Salgado confía en crear entre 50.000 y 100.000 empleados en todo 2011, sin comentarios.
Más parados y menos afiliados a la Seguridad Social, 223.000 menos en España.
Somos los campeones del paro en Europa, con un 20,2 por cien de tasa de desempleo, seguidos por Letonia con un 18,3 por ciento. La media europea es el 9,6 y países como Países Bajos, Luxemburgo o Austria que no superan el 5 por ciento.
El paro, la precariedad, la temporalidad son el problema español. Pero al Gobierno le preocupan las pensiones, la Reforma Laboral y el gasto en los parados. Nuestros jóvenes menores de 25 años soportan una tasa de paro del 43 por ciento frente a un 21 por ciento en la Unión Europea. Así no hay manera de llegar a jubilarse dignamente. Pero no por el sistema de pensiones, sino por la brutal precariedad y temporalidad que soportamos.
Hemos firmado un Acuerdo en materia de pensiones, con el Gobierno de España. Hemos comprometido una negociación con los empresarios sobre negociación colectiva. Hemos recuperado las ayudas para las personas paradas. Pero todo esto, que es importante para los trabajadores y trabajadoras, no supone en modo alguno que hayamos renunciado a la llave de todos los derechos, la clave de bóveda que sostiene el Estado del Bienestar, el empleo. El empleo asegura rentas y asegura derechos. La falta de empleo, el paro, la temporalidad y la precariedad laboral empobrecen a nuestra gente e impiden su acceso a derechos sociales básicos.
No podemos tolerar la Reforma Laboral de Zapatero. Por eso vamos a recoger firmas en la Iniciativa Legislativa Popular para echar marcha atrás en una Reforma Laboral que ni ayuda al empleo, ni soluciona los problemas de precariedad, temporalidad, ni paro. Un mercado laboral cada vez más fracturado y dual, más desprotegido en derechos.
Tras el Acuerdo de Pensiones, el conflicto del empleo, se convierte en escenario central en el que se juega el futuro de este país. A esa batalla acudimos con firmeza, sin miedos, con decisión. Con la misma convicción con la que acudimos a la Huelga General o al Acuerdo.
O ganamos la batalla del empleo, o lo insostenible es este país como proyecto de futuro compartido. Zapatero debería pensar sobre estas cosas desde su responsabilidad y competencias.