Desde CCOO reclamábamos un gran Pacto Político y Social que sumara esfuerzos para estabilizar la economía, crear empleo y situar a las personas como lo primero en tiempos de crisis.
Una propuesta, un ofrecimiento, que hemos reiterado formulando una propuesta de Pacto por el Empleo, dirigida a todos los partidos políticos y al empresariado.
El 21 de Noviembre, tras la celebración de las elecciones generales, el Gobierno que salga de las urnas, puede afrontar los retos de la crisis, sumando esfuerzos y voluntades, o emprender la vía de la imposición creando fracturas sociales que difícilmente podrán luego soldarse.
Por eso, es aún más alarmante que el Presidente de la Patronal madrileña, CEIM, Arturo Fernández, anuncie a bombo y platillo un decálogo de medidas para conseguir la reactivación económica, que continúan insistiendo en las mismas recetas y prácticas que trajeron la crisis y agudizan sus efectos económicos y sociales.
Más abaratamiento del despido y contratos más precarios. Convenios colectivos empresa a empresa. Menos cotizaciones a la Seguridad Social. Menos representantes sindicales elegidos por los trabajadores. Limitaciones al derecho de huelga. Menos gasto público. Más privatizaciones. Sí al copago sanitario. Absolutamente ninguna subida de impuestos. Reforma del sistema educativo para apoyar la educación privada.
Algunas de esas medidas laborales ya han sido emprendidas por el Gobierno en la Reforma Laboral que condujo a la Huelga General del 29 de Septiembre y la Reforma de la Negociación Colectiva. Dos reformas que ni han reactivado la economía, ni han creado empleo, ni han contenido el crecimiento del paro. Porque la actividad económica no es mayor cuanto peor es la calidad del empleo.
Medidas como no aumentar los impuestos sólo encubre la obstinación a emprender una reforma fiscal que haga más justo el reparto de las cargas fiscales. No es admisible que quienes pesamos menos de la mitad en la riqueza nacional, los asalariados, aportemos el 90 por ciento de la recaudación del IRPF, mientras las rentas del capital aportan un ridículo 10 por ciento. No es justo, ni equitativo, pero es así.
No aumentar el gasto público, y pretender aumentar las privatizaciones que terminan encareciendo los servicios y empeorando la calidad de los mismos. Si no hay gasto público, cuando la inversión privada es mínima, la economía no se activará y el camino de la recesión estará cantado. Claro que son conscientes de ello y por eso plantean introducir el copago sanitario, para que los usurarios paguen dos veces su atención sanitaria: Con impuestos y con repago.
En cuanto a promover la enseñanza privada frente a la pública, con un ataque como el que vive en estos momentos, es tanto como echar gasolina al fuego y una mano a Esperanza Aguirre en su batalla contra la Comunidad Educativa.
Estamos ante una propuesta egoísta que sólo mira el ombligo de una cúpula empresarial habituada a la concesión administrativa de servicios públicos, a obtener grandes beneficios con escasas inversiones, a sustentar sus ganancias en los bajos salarios y la temporalidad. A no pagar impuestos.
Una propuesta que no toma en cuenta que los trabajadores somos mayoría. Que sin empleo, sin salarios decentes, sin un empleo estable y seguro, el consumo no se reactivará, la recesión está cantada y el empleo seguirá en caída libre.
En lugar de estrechar la mano tendida para acordar medidas justas y equilibradas contra la crisis, Arturo Fernández la muerde y emprende una carrera sin sentido, como portavoz en el seno de la patronal española de las posiciones más duras e irracionales del ultra liberalismo.
Sabe que, como Vicepresidente Primero de CEOE, su posición marca el camino y crea escuela. De paso envía una señal a Rajoy sobre el camino que debe seguir si llega al Gobierno. Y para remate hace un guiño a una Esperanza Aguirre, en horas bajas en el seno del Partido Popular.
No todo son desatinos en las propuestas. Habla también de las necesidades de financiación de los empresarios. De los empresarios y de las familias. La conclusión lógica sería exigir una reforma del sistema bancario español, que debería asegurar el papel de la banca de intermediar entre el mayor ahorro y las mayores necesidades de financiación. Pero en este tipo de consideraciones prefiere no entrar el Presidente de CEIM. Le parce mejor bajar salarios y abaratar despidos.
Desaliento y desolación. No es eso, Sr. Fernández, no es eso. Aunque lleve el nombre del famoso cómico Arturo Fernández, no debería confundir los papeles.